Hubo un tiempo en que temíamos la
llegada de cada nuevo viernes porque el consejo de ministros de Rajoy nos daba al
menos una mala noticia semanal, que solía coincidir con su reunión de este día.
Las malas noticias se fueron acumulando, salimos a las plazas a protestar, y
llegó un momento en que parecía que la situación iba a estabilizarse, que no
podía empeorar más. Cabía la esperanza de que al acercarse las próximas
elecciones, este gobierno del PP iba a dar alguna pincelada de cal para
congraciarse al menos con sus partidarios, una vez que ha desbaratado por
completo el estado del bienestar.
Pero no. Sigue actuando. Lo hace de
tapadillo, camuflando sus decisiones detrás de nubes de humo. Pero no por ello
sus decisiones dejan de ser terribles. La última, oculta tras el barullo por el
cambio de rey, ha sido la de bajar los impuestos. Bajar los impuestos, he aquí
una frase típica de derechas, que parece gustarle a todo el mundo. A todo el
mundo que no se pare a pensar.
Todo el mundo está de acuerdo con
que el principal problema del país es el desempleo generalizado,
desproporcionado, durísimo. La historia ha demostrado que la única salida al
problema del desempleo es que el propio Estado invierta para crear puestos de
trabajo. Y hacen falta. Hacen falta médicos, enfermeras, profesores,
funcionarios en general, y hacen falta inversiones en infraestructuras y hacen
falta inversiones en investigación. Este país necesita que el gobierno invierta
en mejorar la situación, y de paso en crear puestos de trabajo. Todo junto.
¿De dónde saldría el dinero para
esas inversiones? De los impuestos. Especialmente de los impuestos de los que
más tienen, que están pagando poco. Las empresas que más ganan vuelven a tener
beneficios importantes, mientras la mayor parte de la población sigue penando. ¿Y
qué hace el gobierno? Les baja los impuestos. Dicen que se los bajan a los que
menos ganan, pero es mentira. A los que se los bajan de verdad es a los más
ricos, a los que más tienen. Hasta 11 mil millones de euros menos se van a
dejar de ingresar. 11 mil millones que podrían destinarse a inversiones y a
crear puestos de trabajo. Impuestos directos.
¿Qué nos queda? Los indirectos, el
IVA, el impuesto sobre hidrocarburos, el impuesto sobre electricidad, los que
pagamos igual todos, los que tienen y los que no tienen. Y por eso
precisamente, los impuestos que no pueden ser progresivos, los impuestos
injustos. Es decir, que lejos de pensar en arreglar la situación, lejos de
trabajar para reducir el paro, lo que están haciendo es aumentar más todavía
las ganancias de los que más ganan. Y aún nos queda año y medio para volver a
votar. Sería bueno que al menos entonces pensáramos un poco y votáramos con la
cabeza. Que somos muchos los que estamos sufriendo este despropósito y solo
unos pocos los que se aprovechan de él. Si es que nos queda cabeza para
entonces.