lunes, 20 de octubre de 2014

La ilusión sigue viva

Este fin de semana, Podemos ha celebrado un congreso para constituirse como Partido, para fundarse de manera formal.
La ilusión sigue viva. La ilusión que ha generado entre millones de españoles de que es posible hacer las cosas de una manera distinta a como las han venido haciendo los partidos tradicionales ha llenado el Palacio de Vista Alegre de Madrid.
Pero los peligros que en su día anunciamos se ciernen cada vez más.
Los medios de comunicación que sustentan el sistema, que son casi todos, han pasado al ataque. Primero intentaron desacreditar a los líderes de Podemos. Un intento tan burdo que lo que hizo fue reforzarlos más que hacerles daño.
Ahora, con más tiento, hablan y no paran sobre la división que parece existir entre el líder Pablo Iglesias y uno de los eurodiputados, Pablo Echenique. Básicamente, Echenique considera que hay que dejar el mando del Partido en varias personas, mientras que Iglesias propone que haya un solo líder.
El telón de fondo del debate es más delicado. Iglesias sostiene que el verdadero objetivo de Podemos son las elecciones generales que decidirán la presidencia del Gobierno, y que se celebran en noviembre del año que viene. Pero antes llegarán las autonómicas y las municipales, en mayo. Iglesias cree que Podemos no está preparado para presentarse con garantías a las elecciones municipales en un montón de localidades. Es imposible controlar que se presenten oportunistas, de los que vienen rebotados de otros partidos, incluso del PP, como sucede en Chinchilla, y ahora se cuelgan el cartel de Podemos como si fueran demócratas y asambleístas de toda la vida.
El problema sería que esa casta de oportunistas, de paracaidistas como se les llama en el argot, gane en esos ayuntamientos. Y que en unos pocos meses, los que van de mayo a noviembre, hayan desnaturalizado y debilitado la pureza de Podemos.
Desde fuera, está claro que lo más inteligente es evitar que eso suceda. Le doy la razón a Iglesias. Como lo más inteligente es no mezclarse con ninguna otra fuerza, aunque sobre el papel pueda considerarse afín. Hay que mantener entre algodones la ilusión generada, la ilusión de romper de una vez el bipartidismo que monopoliza la democracia. Esa ilusión en cierta manera nos pertenece a todos, incluso a los que no estamos con Podemos.