En este mundo en el que todo tiende a la uniformidad,
desde las modas hasta el modo de pensar, tenemos que explotar lo que nos hace
diferentes. Esta semana he recordado un comentario del poeta Antonio Gamoneda
cuando lo sacamos a pasear por Chinchilla una noche. Dijo: me impresiona esa
diferencia de alturas, de planos, de perspectivas, que ofrece la ciudad al que
la mira.
He recordado esa visión de la ciudad desde los ojos de
un poeta, al observar una de las fotografías que Jesús Aparicio ha tomado de la
reciente Semana Santa chinchillana. Se ve una de las procesiones desfilando por
tres planos, a tres alturas distintas. Hay muchas ciudades con buenas Semanas
Santas, menos con bozainas que interpreten una melodía histórica, menos todavía
que permitan contemplar esas perspectivas diferentes. Y ninguna otra con
nuestro canto de la Pasión.
Jesús Aparicio Albuger, hijo de chinchillana, está
exponiendo estos días, en el Claustro de Santo Domingo. Es un fotógrafo de
raza. Ha llenado la Galería de pájaros, de lobos, de paisajes manchegos.
También de cabras chinchillanas. Y ahora de una selección de sus fotografías de
la Semana Santa. Merece la pena echar un vistazo en las tardes de miércoles,
jueves y viernes, y también el sábado por la mañana y por la tarde, antes de
que cierre el domingo 19 de abril por la tarde.
También merece la pena echar un vistazo a otra de
nuestras singularidades. Esos pasos infantiles de Semana Santa, que están
expuestos en el Pósito hasta el domingo. En un mundo de proyectos faraónicos,
lo pequeño siempre tiene un valor añadido. En un mundo que intenta
continuamente parecerse a sí mismo, podemos encontrar dos rincones de
Chinchilla que apuestan por lo que nos hace diferentes: las fotografías de
Jesús Aparicio en el Claustro y los pasos infantiles de Semana Santa en El
Pósito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario